martes, 5 de junio de 2012

Los mossos identifican a 24 vecinas en una concentración por los huelguistas del 29M encarcelados

La Directa

 Ninguno de los presentes en la concentración solidaria del Lunes 4 en Vilassar de Mar, que se convocaba para apoyar y pedir la libertad de los represaliados Rubén y Andreu, se podría haber imaginado de qué manera acabaría todo. Fuentes externas y vecinos ya les habían avisado a los asistentes del fuerte contingente policial que rondaba por la villa. Esto les pareció totalmente extraño y fuera de lugar ya que durante la concentración de la semana anterior en Mataró todo se había producido con absoluta normalidad. ¿Qué tenía que pasar en Vilassar de Mar, una población con 100.000 habitantes menos? La respuesta a esta pregunta no la tenía nada clara la cabeza visible de los mossos, que custodiaba el consistorio. Por ello pidió a todos los allí presentes que se identificaran voluntariamente o enviaría a las unidades antidisturbios para que lo hicieran a la fuerza. Las personas, algunas a título individual y otras provenientes de diferentes colectivos como Maulets o el 15-M hicieron notar su disconformidad porque sólo se estaban concentrando de manera pacífica. 
El alcalde de Vilassar de Mar, Joaquim Ferrer, conocido también por la polémica subida de sueldo de los concejales de Convergència i Unió, presenciaba desde su DESPACHO los hechos que transcurrían en la plaza de la Vila, ya que en ese momento se celebraba una reunión con el consejo de gobierno. Debido a la proximidad, seguro que oyó los gritos que se dirigieron directamente contra él, cuando cuatro furgonetas de los mossos entraron a toda velocidad dentro de la plaza. Los asistentes, unos 40, se quedaron perplejos ante el despliegue de fuerzas y medios. Los mossos salían de los furgones y en cuestión de segundos ya los habían rodeado. 
"50 mossos tienen acordonados a 20 compañeros" fue el grito que se extendió por el pueblo y en twitter. La gente empezaba a llegar y las caras eran de total indredulidad al llegar a la plaza del ayuntamiento. Veían como un estrecho círculo de policías rodeaba a jóvenes y personas mayores que sólo se había reunido allí para reclamar la libertad de los compañeros encarcelados. De uno en uno, los mossos cogían a los asistentes, que no dejaron de gritar en ningún momento"Libertad Andreu y Rubén", y los apartaban para identificarlos. 
Justo cuando la policía autonómica abandonó la plaza del ayuntamiento, todas las miradas se dirigieron al consistorio. El alcalde aún estaba allí y los ánimos estaban encendidos. La policía local cerraba las puertas, pero sí dejaron pasar a un hombre que les llevó la cena entradas las diez de la noche. Allá fuera, justo frente a las puertas, se improvisó una asamblea con una fuerte afluencia de gente en la que se decidió volver a convocar una concentración para el Jueves 7, condenando la vulneración a la libertad de expresión. 
El momento más emotivo de la tarde fue el instante del silencio, del silencio para escuchar el manifiesto, que inesperadamente, fue leído por la última persona que debía ser identificada. En vez de pronunciarlo para las personas que habían alzado con él una pancarta contra los recortes y la represión, lo hizo frente a 50 mossos con pasamontañas y sin número de placa que lo rodeaban.